El triunfo de Donald Trump en las elecciones presidenciales fue siempre una posibilidad real para el Gabinete de Claudia Sheinbaum, donde alguno de los veteranos en las guerras de 2016 al 2020 desempolvan los análisis y estrategias para el segundo mandato del republicano.
Desde luego, todos los ojos están puestos en el secretario Marcelo Ebrard, el cual durante la administración del presidente López Obrador estuvo a cargo de la Secretaría de Relaciones Exteriores. Lo hizo tan bien y de tal modo que al excanciller se le llamaba el «supersecretario».
Ahora, en una prospectiva del equipo de la Secretaría de Economía que esta redacción pudo consultar, el nodo de la relación bilateral bajo el mando de Sheinbaum Pardo se centrará en la revisión de 2026 del T-MEC (Tratado de Libre Comercio México, Estados Unidos y Canadá).
En esa revisión, anticipan cerca de Ebrard Casaubón, el por segunda vez presidente de EU aprovechará para imponer su agenda sobre seguridad, fentanilo y migración (en particular la frontera sur), y agregará dos temas más: comercio con China y política industrial de América del Norte.
Sobre el primer tema, la 4T será confrontada con mayor rigor por la relación comercial de China en el país, con un acento en el sector automotriz. ¿El dilema? Aumentar los controles de importación a China, o 25% de aranceles a los productos mexicanos. Ese es el punto que en Palacio se ve más difícil.
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Pues el 70% de las importaciones de materia prima, o de autopartes, las hacen las propias maquilas y armadoras norteamericanas, como General Motors o Ford. Desde la administración de AMLO, México ha respondido que no es una cuestión nacional sino que las propias empresas norteamericanas son las que importan y se benefician de China.
La respuesta de la Casa Blanca sigue siendo la misma desde entonces: se trata de un tema de competencia desleal, pues China aprovecha para colocar sus propias marcas en el país, las cuales terminan en Estados Unidos. Inclusive, las chinas ya compiten con las armadoras de EU. Por ello el tema de los aranceles: o que los paguen los chinos o México.
La ventaja que ve el equipo de Ebrard en esta materia -además de su experiencia y de los vínculos con el equipo presidencial de Trump- está en que el republicano suele ser flexible con el protocolo y temas institucionales o burocráticas, contario al estilo de Kamala Harris y el Partido Demócrata, por lo que podrían llegar a acuerdos de manera rápida y eficiente. «Será durísima pero no por lo burocrática», admitió un integrante del equipo de Ebrard.
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