Rutas de transporte suspendidas, un toque de queda implícito y la instrucción de resguardarse en sus hogares son las consecuencias que padecen pobladores de Técpan de Galeana, Guerrero luego de que el pasado jueves 24 de octubre un grupo armado irrumpió en el municipio.
Los hechos ocurrieron alrededor de las 5:00 horas cuando cámaras de seguridad captaron el ingreso de 16 vehículos con hombres armados que minutos más tarde agredieron a agentes de la Policía Municipal y a personal militar.
De acuerdo con información difundida por el titular de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC), Omar García Harfuch, la agresión fue cometida con armas de alto calibre como fusiles Barret y ametralladoras Minimi, dejando como saldo un total de 19 muertos. Dos eran policías municipales.
Durante su intervención en la Mañanera del Pueblo, el secretario de seguridad pública detalló que el móvil de los hechos apuntaba a la intromisión de un grupo criminal conocido como Grupo Gente Nueva (GGN) en un municipio controlado desde hace años por Los Granados.
Si bien la disputa entre ambas células delictivas volvió a poner a la Costa Grande de Guerrero como epicentro de violencia, lo cierto es que los recientes hechos reflejan parte de la dinámica criminal que desde los años 90’s se gestó en el estado y que tuvo como protagonista a una colorida pero codiciada planta: la amapola.
La presencia criminal en Técpan de Galeana
El calendario marcaba como fecha el 16 de diciembre de 2009 cuando en un lujoso fraccionamiento de Cuernavaca, Morelos se registró un enfrentamiento entre elementos de la Secretaría de Marina (Semar) y civiles armados que cobró la vida de Arturo Beltrán Leyva, uno de los narcotraficantes más poderosos y conocidos del país.
Sin su principal liderazgo, el Cártel de los Beltrán Leyva estalló en múltiples células criminales que buscaron sobrevivir en algunos de los estados donde la organización de El Barbas tenía presencia, incluyendo Guerrero.
En Técpan de Galeana, dos importantes lugartenientes del Cártel de los Beltrán Leyva -identificados como Rubén y Salvador Granados Vargas-, vieron la oportunidad de independizarse y operar por su propia cuenta, marcando así el origen de una de las células criminales de mayor relevancia en la región: Los Granados.
Información de la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA) refiere que tanto Chava Granados como su hermano, El Nene, eran los encargados de controlar las actividades de siembra, cosecha y tráfico de enervantes en los municipios de Técpan de Galeana, Petatlán y Teniente José Azueta, así como de varias ejecuciones y secuestros suscitados en esa región del estado de Guerrero.
En 2009, meses antes del abatimiento de su líder, Rubén Granados Vargas fue detenido en medio de una pugna que sostenía con el narcotraficante Rogaciano Alba Álvarez -miembro del Cártel de Sinaloa afín a Joaquín El Chapo Guzmán- por el control de las actividades del tráfico de drogas en la Costa Grande de Guerrero.
Al momento de su detención a El Nene se le aseguró aproximadamente 1.2 kilogramos de goma de opio así como 4.3 kilogramos de semillas de amapola.
La detención de su hermano catapultó al liderazgo de la célula criminal a Salvador Granados quien, se presume, continúa coordinando actividades relacionadas al tráfico de drogas y defendiendo su presencia en la Costa Grande de Guerrero de la irrupción de cualquier otra célula criminal, tal y como sucedió con Grupo Gente Nueva durante las primeras horas del 24 de octubre.
La cuna de la amapola
El cambio y auge que el mercado internacional de las drogas tuvo a inicios del siglo XXI hizo de la amapola el cultivo ilícito predominante en México, según da cuenta un análisis realizado por el sociólogo Pierre Gaussens de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
En Guerrero, las condiciones socioeconómicas, el clima cálido-húmedo, el relieve que dificulta la vigilancia y un régimen comunal de propiedad agraria difuso hicieron de su serranía el escenario propicio para que prosperaran decenas de cultivos ilícitos.
Si bien en décadas anteriores la siembra de amapola era considerada como parte del llamado Triángulo Dorado, entre 1995 y 2011 la producción en Guerrero aumentó sustancialmente hasta llegar a representar más de la mitad de la producción mexicana de la planta.
“A lo largo de los años noventa, de 1990 a 2003, más de la mitad (52 %) de los cultivos de amapola erradicados en el país corresponde al solo estado de Guerrero, mientras que en los años dos mil, precisamente, de 1997 a 2015, la superficie total acumulada de los cultivos destruidos equivale al 7 % de la superficie de uso agrícola, siendo la entidad del país con el mayor índice de superficie agrícola destinada al cultivo de drogas”, describe el artículo de Pierre Gaussens publicado en una revista de Economía y Políticas Públicas.
La investigación del citado sociólogo también refirió que, entre 2007 y 2015, de los 91 municipios con una alta tasa de erradicación de cultivos ilícitos, 17 fueron de Guerrero, los cuales abarcan un 37% de la superficie del estado. Del total destruido el 96% correspondieron a sembradíos de amapola.
Con la producción masiva de la planta de amapola y la recolección de la goma de opio utilizada para la fabricación de heroína, desde las entrañas de Guerrero comenzaron a operar redes de trasiego de drogas a Estados Unidos.
El fentanilo y la diversificación criminal
Pese a que Guerrero se ubicó en la cúpula de la siembra de amapola en México, los grupos criminales que operan en la entidad han visto a su lucrativo negocio tambalearse por el auge que en los últimos años han tenido drogas sintéticas como el fentanilo.
Y es que, además de llegar a ser hasta 50 veces más potente que la heroína, la producción de dicho opioide sintético resulta más rentable para las organizaciones criminales.
Tal y como la Administración para el Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés) expone en su último informe, las drogas de origen vegetal requieren mucho tiempo y son caras de producir al depender de condiciones climáticas, malas cosechas, operaciones de erradicación del gobierno así como los costos laborales y logísticos asociados con la recolección de la goma de opio y su traslado a laboratorios clandestinos.
En cambio, el fentanilo puede producirse de forma continua, rápida y eficiente sin los obstáculos y riesgos asociados a la producción de heroína.
Aún así, Estados Unidos continúa recibiendo contrabando de heroína a través de los puntos de entrada de su frontera suroeste, con mayor frecuencia en California. Una vez en el país vecino, los distribuidores mayoristas vinculados con los cárteles trafican el narcótico a repartidores de nivel medio o callejero utilizando vehículos privados o tractocamiones.
La agencia antinarcóticos estadunidense también advierte que parte de la heroína que llega a Estados Unidos es combinada con fentanilo, un riesgo que ha encendido las alertas ante el aumento de muertes por sobredosis pues, según sus datos, durante los primeros meses de 2023 el 82% de los decesos relacionados al narcótico involucraron al opioide sintético.
El desplazamiento de las drogas de origen vegetal por las sintéticas han tenido también consecuencias para los grupos criminales que, al perder dominio sobre el tráfico de drogas, han comenzado a diversificar sus economías ilícitas a actividades como la extorsión.
Dicho precedente también fue vislumbró en Técpan de Galeana pues, días antes de que Grupo Gente Nueva (GGN) irrumpiera en la cabecera municipal, a través de redes sociales difundieron un video en donde se asumen como una organización independiente a cualquier cártel que buscaba expulsar a Los Granados al señalarlos como los responsables de robos, secuestros y despojos de tierras reportados en la entidad.
Ya sea por los remanentes del cultivo de amapola o por el control de otras economías criminales, la disputa que asedia a la Costa Grande de Guerrero continúa dejando a su paso olas de violencia que irrumpen la cotidianidad de sus habitantes y que consolidan al estado como uno de los más violentos del país.
ATJ
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